Cursos Geografía, Historia, Arte

viernes, 23 de diciembre de 2011

Biblioteca digital mundial

Es obra de la UNESCO, y reúne mapas, textos, grabaciones, películas... de todos los tiempos y lugares, y con explicaciones en siete idiomas. Lo mejor de todas las bibliotecas del mundo.
El coordinador del proyecto es Abdelaziz Abid, y se ha propuesto ofrecer documentos "con valor de patrimonio, que permitirá apreciar y conocer mejor las culturas del mundo en idiomas diferentes: árabe, chino, inglés, francés, ruso, español y portugués".
Hay códices precolombinos, los primeros mapas de América, aquellos dibujados por Diego Gutiérrez para el rey de España en 1562, trabajos de científicos árabes sobre álgebra, estelas chinas, la biblia de Gutemberg o antiguas fotos latinoamericanas cedidas por la biblioteca nacional de Brasil...

Todas y cada una de estas piezas únicas aparecen escaneadas en su idioma original, pero también con explicaciones en las siete lenguas citadas.
Ya contiene 1200 documentos, pero nace con vocación de infinitud...

Aquí tienes la entrada:

www.wdl.org <http://www.wdl.org/>




La Historia actual y las competencias educativas

Todas las asignaturas de la Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato deben ayudar al alumno al logro de las ocho competencias básicas, las perfiladas por el grupo DeSeCo, y ya incorporadas a nuestro sistema educativo vía LOE y LEA. Sin embargo, considero necesario destacar que a las asignaturas propias del departamento de Ciencias Sociales, Geografía e Historia (y también a las del Departamento de Filosofía) les compete de manera más significativa lograr el desarrollo de la competencia social y ciudadana. La integración social del alumno, y con ella su incorporación a la comunidad política y social en la que se desenvuelve, su integración en la misma con sentido crítico y de manera responsable, exige, entre otras cosas, el conocimiento del entramado institucional que articula nuestra convivencia, los principios teóricos que lo soportan, y cómo ha llegado a ser lo que es, atendiendo al análisis de sus antecedentes. La Historia, la Geografía o la Historia del Arte aportan las herramientas de análisis básicas y los conocimientos necesarios para que esa integración se produzca. Veamos algunas razones que, a mi parecer, sostienen esta aseveración:

  1. La historia, por definición, ofrece una aproximación a la realidad social desde la perspectiva de sus configuración en el tiempo. Todo acontecimiento, institución, organización... se constituye a partir de unos antecedentes que dotan de sentido pleno a ese objeto de estudio. Digamos que nada se puede entender completamente si no contamos con su origen. Nada aparece por generación espontánea en lo social, todo está en permanente construcción (y derribo...)
  2. Del mismo modo, si la historia permite la comprensión del pasado desde un determinado presente, también nos puede dar información para realizar prospecciones de futuro. No quiere esto decir que nuestra materia permita la adivinación del porvenir. Todo presente está preñado de incertidumbre. Sin embargo, una buena descripción del mismo, apoyado en un buen análisis de sus procesos de gestación permite aventurar por qué caminos (subráyese el plural) podría discurrir en adelante. Y, claro está, toda prospección habrá de estar en permanente revisión en función de cómo se vayan sucediendo los acontecimientos.
  3. La historia ofrece una aproximación a la realidad que pretende explicar la diversidad geográfica de todo fenómeno social. La realidad es diversa, distinta, según dónde suceda el fenómeno analizado. La conciencia y comprensión de esta complejidad es enormemente saludable, enriquece cualquier análisis, y en buena medida relativiza los conflictos.
  4. La historia aprovecha conocimientos de otras disciplinas en su trabajo: la sociología, las ciencias políticas, la economía, el derecho... procurando dar una visión completa y compleja del objeto de estudio, describiendo una realidad poliédrica y de explicación múltiple, de acuerdo a los distintos parámetros ideológicos, sin perder nunca de vista el logro del mayor grado de objetividad posible. Esta objetividad sólo es posible con la aplicación de unos principios de investigación rigurosos: descripción y crítica de fuentes (documentales, bibliográficas...), establecimiento de hipótesis, revisión de las mismas a medida que avanza el trabajo y obtención de conclusiones.

Si todo lo anterior es aplicable si reflexionamos sobre cualquier período de la historia de la humanidad, lo es más si lo utilizamos en el análisis del tiempo presente: una realidad que cambia a una velocidad de vértigo y que genera una cantidad de información que pretende explicarla tan grande y diversa que resulta inabordable.... Está claro que nuestros alumnos (y no sólo ellos) necesitan de las herramientas y métodos que ofrece la historia para el estudio de esa complejidad económica, social, política y cultural que les rodea, tanto para comprenderla, como para integrarse en ella, de una manera crítica y constructiva, en suma, de una manera responsable.

Si la adquisición de una competencia supone que el alumno es capaz de poner en juego todos sus conocimientos (formales e informales) para el desarrollo de tareas complejas, la adquisición de la competencia social y ciudadana debe permitir a nuestros adolescentes acceder a la condición de ciudadanos, de miembros plenos de la comunidad, con capacidad de participar en la elaboración de un discurso coherente que la describa, identifique sus problemas, y pueda aportar soluciones a los mismos.

Creo que este ambicioso objetivo no podemos perderlo de vista (y menos con los tiempos que corren, "con la que está cayendo" que diría el castizo) de no ser que, lo que pretendamos con las competencias, no sea sino que nuestros jóvenes entiendan las ofertas de descuentos del Carrefour.



lunes, 5 de diciembre de 2011

Por qué un curso sobre historia actual de España.

El martes 8 de noviembre, el catedrático de sociología Igancio Sotelo publicó un artículo en El País bajo el título El surgir de un nuevo ciclo. En él establece que en la historia contemporánea de España se pueden distinguir, hasta 1975, cuatro ciclos de desigual duración. El primero correspondería a La Primera Restauración, de carácter absolutista (1814 – 1833), que termina con la muerte de quien encarnaba todo el poder, Fernando VII; el segundo tiene carácter liberal, aunque muy debilitado por las guerras carlistas, que dura hasta septiembre de 1868, cuando Isabel II tiene que abandonar España; el tercero se inicia con la Segunda Restaruación, la de 1875, después del sexenio revolucionario y termina con la dictadura de Primo de Rivera de 1923; después de lo que él califica como período de incertidumbre, que termina en 1936 sin consolidar una alternativa monárquica o republicana, comienza el cuarto ciclo, la Dictadura del general Franco que termina en 1975. Se trata de un largo período que se sostiene inicialmente en la brutal represión de los años posteriores al final de la Guerra Civil, y más tarde sobrevive gracias al desarrollo económico que se produce a partir de los años 60. Esta etapa termina con la muerte del dictador en 1975.

Este año se abriría un nuevo ciclo, que a juicio del autor ya ha entrado en crisis, tal y como muestran, a su parecer, algunos indicios: en primer lugar el creciente distanciamiento de los ciudadanos de los políticos (que no de la política), dado el peligroso acercamiento de estos al “sistema de partidos, caciquismo y corrupción que ya hundió la segunda restauración”; en segundo lugar el sistema electoral ha generado un bipartidismo que igualmente acerca el sistema al de la Restauración; en tercer lugar “los costos impagables de la organización territorial que nos hemos dado”, es decir, el Estado de las Autonomías que emana de la Constitución de 1978, muy difícil de reformar, y por supuesto imposible de suprimir; y por último, se ponen en duda los acuerdos que permitieron la transición, hecha ésta, siempre según el profesor Sotelo, desde arriba, con la menor cantidad de cambios posibles en el Régimen anterior, cosa que ha generado unas disfunciones que son causa del desafecto de los jóvenes de nuestro sistema político, y que no hace mucho se echaron a la calle, ocupando la Puerta del Sol de Madrid, como acción más publicitada y debatida.

Sin compartir todas estas apreciaciones de Ignacio Sotelo, sí me resulta interesante el establecimiento de estos ciclos en la contemporaneidad española, dado que el que se inicia en 1975 coincide con el marco cronológico que ocupa el curso que se celebrará el próximo mes de febrero Historia actual. España, y la consideración de que este nuevo ciclo da muestras de encontrarse en crisis.

A excepción de los contenidos que se desarrollarán durante la primera jornada, que se ocupará de las grandes corrientes de interpretación historiográfica del periodo de 1931 hasta hoy, las otras cinco sesiones se centran en el período actual, de 1975 hasta 2011, haciendo un repaso de lo que el propio Julio Pérez Serrano, ponente del curso, denomina grandes pactos sociopolíticos que posibilitaron la transición, y permitieron el funcionamiento de nuestra joven democracia, y que sin embargo ahora la crisis económica está poniendo a prueba, sin que aún podamos saber cómo responderán estos pactos ante la misma: si aguantarán tal cual, si habrán de ser revisados, o si se caerán, dando a luz un sistema nuevo.

Fueron estos grandes pactos que ahora presentaremos los que hicieron posible la Transición, con sus numerosos momentos críticos, Transición que estudiaremos en la segunda sesión de nuestra actividad. Después de ella analizaremos todos esos acuerdos que antes citábamos: nuestros sistema político, un Estado Social y de derecho que se formula en forma de Monarquía parlamentaria, con un determinado sistema electoral, sistema de partidos, sindicatos, patronal...; el Estado de las autonomías, como original respuesta a nuestro eterno "problema nacional"; nuestra resituación en el mundo, el ingreso en la OTAN y en lo que ahora es la Unión Europea; y la construcción de una sistema económico, tras los Pactos de la Moncloa, que se ha ido configurando con unas relaciones sociolabores, pactadas (o no) por nuestros agentes sociales y que hoy están en profunda revisión... Finalizaremos, como no podía ser de otra manera, con un análisis de la crisis actual y su influencia en todo lo anterior, abordando el fenómeno del 15 M como epítome de esa crisis que está poniendo en tela de juicio todo lo construido con tanto esfuerzo.